viernes, 19 de junio de 2015

Mi tara

Cada vez me cuesta más trabajo encontrar algo sobre lo que escribir. Poco a poco veo que me cansa todo, y cuando digo todo, lo digo a sabiendas de lo que eso significa. Todo me resulta pesado, difícil, aburrido,monótono... encuentro algo que me distraiga pero como todo, tiene fecha de caducidad.

Solo tengo ganas de una cosa, y es de que lleguen ya esos pulmones que  me van a dar el placer de hacer simplemente lo que todo el mundo. No pido más. Tan solo quiero salir tranquila de casa sin pensar en si tengo la suficiente batería para pasar el día o si tenemos que reservar explicitamente una mesa en el restaurante al que vayamos que esté al lado de un enchufe. Quiero ayudar en casa, que me manden a hacer recados, ir a por el pan, sacar a pasear a mi peludo, olvidarme de ir a 80 fisios distintos, ver a la gente que ahora me resulta muy difícil porque estan lejos, aficionarme a algún deporte, ir al cine, salir a dar una vuelta tranquila, porque aunque ahora salga a la calle, lo poco que lo hago, no me siento cómoda, nunca me gustó ser el centro de atención y aunque suene egocéntrico, puedo asegurar que la gente no se corta un pelo (ejemplo "gracioso":  una señora de 92 años y 4 operaciones de cadera (...) a la que a ababa de ver por primera vez en mi vida me suelta: "Y tu tara...¿te vino de fábrica?" ).

Y al final solo nos queda esperar, y aguantar lo mejor posible a que suene el teléfono.

Citando otra vez a la *señora adorable*, me despido con un "Que dios reparta paciencia" dicho en entredientes, por supuesto.